Banteki no nació de la nada. Durante aquellos cinco años que vivió en Japón, José Pazó sintió la necesidad de relatar algunos de los problemas y curiosidades que marcaban la realidad del país. Por ejemplo, un niño de su vecindario le mostró la marginación que sufren en Japón los coreanos.
Y es que Japón, como dice José Pazó, es «el mundo al revés». El mismo país que destaca por su disciplina y férrea educación se convierte en un escaparate de gentes de todo tipo en cuanto al radicalismo estético se refiere, que además está socialmente aceptado. La excentricidad de las ropas y los cosplays callejeros parecen formas de dar salida a la represión emocional. Los personajes de Banteki se caracterizan de acuerdo con esta realidad: la ropa extravagante, como los enormes zapatos de la pequeña Shou; los modos de vida estrafalarios, como el trabajo de Tako, que reparte publicidad de puticlubs, o la particular concepción del sexo de Yumi lo atestiguan.
Es así como José Pazó recogió toda una serie de conflictos y particularidades durante sus años de profesor en Japón. Conflictos y particularidades que acabó volcando en su primera novela, Banteki, ya de vuelta en Madrid.