Banteki en movimiento

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Los escenarios principales donde transcurre Banteki son Osaka y Kioto.

Osaka, la ciudad con piel de cemento y venas de combustible.

Esta visión tan contundente nos la da el madrileño que protagoniza la novela. No podría ser una descripción más acertada. Osaka es la tercera ciudad más grande de Japón y uno de sus puertos y centros industriales más importantes. A lo largo de la novela, el protagonista se referirá a ella apelando a las enormes chimeneas de sus fábricas y al humo que expulsan. De hecho, Osaka es una de las zonas más productivas del mundo. Muchas grandes empresas tienen allí su sede principal, aunque algunas se hayan trasladado a la capital.

La hostia, qué cantidad de gente hay hoy. Van todos a Koshien a ver el béisbol. ¿Os gusta el béisbol? Seguro que no. Seguro que preferís el fútbol. La mierda del fútbol. El béisbol es igual de apestoso pero con otro estilo.

Esta ciudad también es conocida por albergar el Estadio Koshien. El béisbol tiene en Japón tanta relevancia como aquí el fútbol.

¿Veis Kioto de noche? Es la hostia, ¿verdad? Estas ciudades antiguas, como Florencia, como Heidelberg, como Nantucket, como Toledo, siempre son buenas por la vida nocturna. Si te gusta el contraste y estás hasta los huevos de Nueva York y eso.

Kioto se encuentra entre las ciudades más pobladas de Japón. Su relevancia se debe a que históricamente fue la capital donde se instaló la sede de la Corte Imperial, hasta que el emperador Meiji la trasladó a Tokio. Kioto permaneció intacta tras los bombardeos de la II Guerra Mundial, por lo que hoy cuenta con un rico patrimonio cultural que la convierte en un interesante centro turístico. Entre los lugares que frecuentan los personajes de Banteki, destacan el Daitoku-ji, un templo con un jardín un tanto peculiar que le gusta bastante a Tako, el sordomudo amigo del protagonista, y la calle Kawaramachi, en el centro, que corre paralela al río Kamo.

Esto es Kioto. El antiguo reino de sombras y luces de Tani, Tanizaki, al servicio del dinero fresquito. Cortes de pelo geométricos y ojos negros bajo melenas acuáticas. Músicos callejeros medio tronados con la caja del instrumento delante llena de billetes viejos y arrugados. Billetes olorosos de país húmedo. Coches brillantes con cristales negros. Bares y bares y bares.